Homenaje a Jane Goodall
La docencia es ese amor poco comprendido que compartimos quienes elegimos esta profesión. Un camino lleno de oportunidades diarias para inspirar y ser inspirados, para sorprender y dejarnos sorprender. Una profesión llena de dinamismo en la que ningún día, ningún año es igual a otro, y que es atravesada por muchas realidades: la propia, la de nuestros estudiantes, la de la institución, la de los colegas, la de la bibliografía y la del mundo exterior.
A veces esas realidades se cruzan de maneras inesperadas, “random”, como dirían mis alumnos. Así ocurrió en octubre de 2009, cuando nos enteramos de que la mujer cuya biografía estudiábamos en 5to grado desde hacía años iba a estar en Córdoba.
“¡Hay que ir, o contactarla para que venga al cole!”, escribí en un mail ese día. Parecía imposible, pero “when there is a will, there is a way”, ¿no? Y así fue. Gracias a una serie de conexiones logramos que el rectorado de la UNC nos diera un lugar para 60 estudiantes de la Academia Argüello en un auditorio ya repleto.
Entraron en fila, con sus uniformes impecables bajo la mirada sorprendida de los demás asistentes para conocer a alguien que hasta ese momento solo habitaba en las páginas de un libro de texto. Minutos después, apareció la maravillosa Jane Goodall con su pelo blanco recogido, su chal y su inseparable mono de peluche. Con el auditiorio en absoluto silencio, se paró frente al micrófono y nos saludó como saludan los chimpancés. Por un momento, nos transportó a las montañas de Tanzania donde vivió y estudió tantos años. Con su voz tranquila y su inglés claro y pausado, nos llevó a reflexionar sobre el futuro de los animales, la importancia de protegerlos, de cuidar su hábitat y, en definitiva, de cuidar el planeta. Al final se quedó charlando con los chicos en el escenario con la calidez que la caracterizaba. Una experiencia inolvidable.
Dos años más tarde, en octubre de 2011, el destino nos regaló una segunda oportunidad. Esta vez, Jane Goodall visitó nuestra casa, nuestra querida biblioteca en la Academia Argüello. Junto a nuestros alumnos, colegas y estudiantes de otros colegios invitados por la fundación Roots & Shoots que ella presidía, compartimos otra charla inspiradora con esta mujer incansable, que a sus 77 años en ese momento seguía viajando por el mundo.
Ayer, a los 91 años, nos dejó físicamente. Pero nos queda su legado: un mensaje de conservacionismo, un ejemplo de esfuerzo, perseverancia, simpleza y convicción.
Gracias, Jane, por enseñarnos que cada acción cuenta y que siempre hay un camino posible cuando hay voluntad.
Miss Ale Citati