Candelaria Córdoba – Promo 2013

Aprender a animarse

En mis últimos años de la secundaria tenia muy en claro que la cocina iba a formar parte de mi vida como siempre lo había sido, aunque no tenia muy en claro de que forma. Habia algunas claves a la hora de “planear mi futuro”: dedicarme a algo que me permitiera trabajar y formar una familia al mismo tiempo, que lo pudiese disfrutar y hacer con mucho gusto e intensidad siempre, dar mi máximo y que nunca algo se me hiciera rutina.
El momento en que tuve que decidir plenamente estudiar gastronomía como carrera universitaria, costó. Seguramente un poco de mandatos sociales y familiares, más cierto miedo de optar por uno, lo vivo cotidianamente y veo con claridad que esta es mi vocación.
Apenas terminé la secundaria y mientras estudiaba la carrera de Producción Gastronómica, tomaba clases de cocina, arranqué a preparar mesas dulces; buscaba salir de lo clásico y aportarle más, por eso no eran simples tortas sino siempre con alguna temática o decoración que las hiciera visualmente atractivas ademas de ricas. Ese mismo año me propusieron dar un taller de pasteleria de solo 3 clases. Esas 3 clases se convirtieron en ya 3 años de taller, no sólo de pasteleria sino de todo tipo de cocina. Al mismo tiempo que eso iba sucediendo, comencé a organizar eventos en casas de familias, armando desde el catering hasta la ambientación y especializándome en quinceañeras que optaban por hacer un “ tea party”.
A pesar de mi corta edad ya puedo ver los frutos de mis decisiones, del trabajo diario y sobre todo la importancia de estudiar y formarse todo el tiempo.
Es un privilegio muy grande trabajar de lo que más me gusta, poder tomar decisiones propias y dar cada clase , armar cada evento y cocinar cada receta con la misma intensidad y amor. Seguramente este camino recién arranca y esta profesión tiene mucho más que mostrarme, pero creo que es la consecuencia de haberle sido fiel a una idea principal y como dije antes de haber descubierto con mucha atención que esta era mi vocación.